¿Por qué los pueblos se vacían?
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Los pueblos se comportan como seres vivos. Nacen, crecen, alcanzan su máximo esplendor y en algunos casos entran en declive, se reducen e incluso desaparecen. El factor que propicia estos cambios es, igual que en la naturaleza, su capacidad de adaptación a los cambios que sufre la sociedad.
Cuando un pueblo entra en declive, es sencillamente, porque no se ha adaptado. La sociedad de hoy en día exige una serie de puntos que para un pueblo no es tan sencillo proporcionar:
- Exige tener trabajo y medios para ganarse la vida
- Exige comercios y sitios donde abastecerse de comida, combustible, o diversos productos.
- Exige tener bancos o lugares donde realizar gestiones financieras
- Exige conectividad. Internet es hoy muy importante casi para cualquier cosa
- Exige tener colegios e institutos
- Exige ambulatorios y hospitales
- Exige tener opciones y actividades de ocio
Pues ninguna de esas cosas se cumple bien en los pueblos. ¿Por qué la gente abandona los pueblos? Porque no tiene trabajo, no tiene determinados servicios, no tiene hospitales ni colegios, no tiene bancos, y/o no tiene actividades de ocio suficientes. Todas ellas por separado pueden ser la causa por la que algunos habitantes abandonan su vida en un pueblo para rehacerla en otro, pero cuando varias de ellas actúan conjuntamente, el efecto es sencillamente brutal.
Cuando un pueblo entra en la espiral despoblacional, es muy difícil salir de ella. La gente comienza a irse en busca de mejores opciones laborales, y con ellos se va el negocio y el comercio. Hay poco negocio, y entonces los comercios cierran. Pero como los comercios cierran, la gente se va porque no puede abastecerse de gasolina, alimentos, dinero en efectivo… Los servicios como Guardia Civil, servicios médicos o colegios también cierran, por falta de usuarios a los que atender. Y claro, eso provoca otra oleada de gente que se marcha, porque no tiene servicios públicos que necesita. Las compañías de telecomunicaciones no invierten en infraestructuras, porque no hay usuarios a los que atender, lo provoca que la gente se marche porque no tiene conectividad. Al marcharse, aun cierran más comercios, más negocios, más bares, más bancos, …
Y así se llega a la situación actual. Una verdadera situación de emergencia poblacional en el que una gran parte del país se está despoblando a un ritmo creciente, y en la que la mayoría de la población se concentra en pequeños espacios que se convierten en grandes núcleos urbanos deshumanizados.
Deshumanizados sí, porque no parece humano hacinarse en torres con decenas de vecinos en infinitas plantas, donde se tarda más de una hora en llegar al trabajo y otra hora en volver, donde se terminan teniendo problemas como el asma o las enfermedades pulmonares porque el aire que se respira no es saludable, donde se desatan las emergencias medioambientales en invierno por culpa de las calefacciones y del tráfico, donde se sufren problemas de seguridad, y lo más curioso: hasta de aislamiento y soledad. La gente en las ciudades no se comunica, solo caminan de un lado a otro sin hablar entre ellos. Ahora solo se comunican a través de ws, de facebook o de correo electrónico, porque las ciudades han propiciado que la gente ya no hablen entre ellos.
Pero eso sí, tenemos acceso al empleo, tenemos bancos, podemos llenar el depósito de combustible, tenemos comercios donde comprar, centros comerciales y cines donde disfrutar del ocio.
Merecería la pena que la política nacional y regional mirara hacia la España vaciada también los años que no hay elecciones, y se decidiera a apoyar con políticas serias y sostenidas a unos núcleos urbanos que no debería dejar morir. Los políticos nacionales y regionales no viven en los pueblos, no viven la vida y la realidad rural, y no conocen ni sus problemas ni sus necesidades. El congreso de los diputados debería estar en Lastras y no en el centro de Madrid.
Los pueblos que no se adaptan mueren, igual que mueren los seres vivos y las especies que no se adaptan a su entorno. Pero igual que decidimos proteger a las especies de su extinción, está en mano de las administraciones publicas nacionales y regionales evitar que la extinción de la España vaciada llegue a un punto irreversible.
Parece absurdo que grandes empresas como Telefónica, como los grandes bancos, como las empresas del IBEX, decidan montar sus sedes en zonas superpobladas. Eso es un absurdo desde el punto de vista poblacional, y un autentico crimen para la distribución de la riqueza y para la superviviencia de las zonas menos pobladas. Pero las empresas pueden instalarse donde creen, y para que se instalen donde es más beneficioso para la sociedad habrá que motivarlas a hacerlo, mediante, por ejemplo, una política fiscal adecuada que incremente sus impuestos en determinadas zonas y los rebaje notablemente en otras zonas. Los pueblos de Segovia no están tan lejos ni tan mal comunicados como para que unas cuantas grandes empresas no decidan montar sus centros de decisión en estas zonas, aliviando la carga poblacional de zonas colapsadas y trayendo riqueza y empleo a zonas que lo necesitan. Simplemente parece razonable.